En los sueños los besos no saben a nada, ni hay olor, ni hay calor, ni hace frío. Podríamos estar desnudos en la nieve y no helarnos. Podríamos estar el camarote de un barco amarrado en el puerto y no sabríamos que fuera hay viento de tormenta.

Suena el despertador. Vuelve a sonar. Me levanto. Siempre que tengo miedo a dormirme pongo varias alarmas. Hoy tengo que ir a Salou a grabar y no puedo llegar tarde. Voy en tren y sale a las 7:47. Número raro: 7-4-7. Suena a viaje en avión. Es viernes, 20 de marzo. Marzo ha pasado como un suspiro. Ni lo he visto. Tengo ganas de unas vacaciones.

Cuando viajo siempre escribo un diario. Puede ser algo sencillo como unas anotaciones de los lugares que visito; donde duermo; los precios que pago; las horas que tardo en llegar de un sitio a otro; los nombres de la gente con la que me cruzo. O puede que escriba un relato del viaje lleno de cuentos: con los olores, los colores, las conversaciones y los recuerdos que, inevitablemente, se disparan con el movimiento.

Alguien simplemente un día inventó el tiempo. Antes no habían ni minutos, ni segundos, ni horas, ni días. Ni siquiera habían semanas ni meses. Alguien decidió que 12 era el número de ciclos lunares completos que tiene un año para que los agricultores pudieran controlar las cosechas. Más tarde los egipcios dividieron el día en 12 horas de luz y en 12 horas de oscuridad. Finalmente, en el siglo XIII, unos monjes inventaron el reloj mecánico para controlar los *horarios* de sus rutinas en el monasterio. Y con el nacimiento de las horas nació también la impuntualidad.

Hay, en el momento de escribir este texto, una población mundial de 7.247.523.630. Hay un nacimiento cada 6 segundos, y una muerte cada 13. Se estima que el primer Homo sapiens apareció en el 50.000 aC y a lo largo de de estos 52.015 años han habitado en la tierra unos 108.000 millones (108.000.000.000) de seres humanos.

«Principio de Incertidumbre de Heisenberg», principio que revela una característica distinta de la mecánica cuántica que no existe en la mecánica newtoniana. Como una definición simple, podemos señalar que se trata de un concepto que describe que el acto mismo de observar cambia lo que se está observando.