Esta es la entrada número 154 de este blog. Es un número cualquiera, un martes de una semana de noviembre de un año que no es ni múltiplo de cinco ni es par. Completamente insignificante. Pero hubo un día que el contador llegó a 100 y me dio por reflexionar. Estaba de viaje en aquel momento y no me pareció que encajara en el diario que estaba escribiendo, así que se quedó guardado. Lo releo ahora y me parece una estupidez, pero todo lo que dice sigue siendo válido al día de hoy, 50 textos más tarde.

En la carpeta de los Restos de Stock quedaron aquellos descartes, que de tan interiores no encajaban con la historia que se estaba dando fuera. Yo quería contar otra cosa. Era el viaje de un idiota quejándose de la lluvia y recordando las viejas fotografías de un viaje parecido, en otra vida. Echando de menos. Pero quedaron guardados, a salvo del idiota que hace tiempo que se marchó. Llegó el momento en el que el otro, el de los monólogos frente al espejo, publique. Son los extras en la edición en DVD de "Un idiota en UK".

Era un domingo en la fecha cercana a la entrega de una práctica en la facultad. Yo estaba en el tercer curso de cinco. Nunca me había gustado la universidad, ni el mundo universitario, ni el edificio de la UPC, ni las aulas con colores según el bloque, ni el bar, ni los bancos de cemento, ni las clases infinitas, ni sentarme al lado de desconocidos con los que no podía hablar durante horas. Recuerdo aquellos días como el que recuerda la sala de espera de un hospital o una gasolinera en un desvío de la autovía de Teruel.