India: Día #14

(martes 29 de julio – Jaipur)

Francia

Duermo en un dormitorio de un hostel que en realidad es una habitación con cuatro camas muy juntas. Al entrar coincido con una chica francesa que lleva un ukelele, que se va a cenar con gente que conoce en la ciudad. Yo me meto en la cama justo después de la ducha que me quita los quilos de polvo y suciedad que he ido acumulando en los dos días seguidos de viaje. Llevo olor a vaca de Varanasi, óxido del tren, polvo del Taj Majal, gotas podridas de la tormenta en el bus, arena de las carreteras de Rajastán y el barro de las calles sucias de Jaipur.

Al despertarme, en la habitación oscura, también se despierta la chica francesa, Sonia. Así, en la oscuridad comenzamos a charlar. Ella lleva ocho meses viajando. Es músico y cantante y se ha pasado varios meses en Nepal, y ha montado una banda ahí, están grabando canciones. En tres días regresa a Francia para arreglar las cosas e instalarse en Nepal. Por alguna extraña razón los dos comenzamos a contarnos nuestras vidas. Esa confianza que se da con los desconocidos cuando apetece hablar.

Radioheat

Nos vamos desayunar a la azotea del hotel de enfrente. Muesli con yogurt y fruta. No me lo puedo creer. Seguimos charlando. Al hablar en un idioma que no es el nuestro, y al ser completos desconocidos que en unas horas se van a despedir, nos permitimos hacernos preguntas que en otras situaciones no se harían, y contestamos la verdad. De pronto toda la soledad de Varanasi ha acabado por desaparecer, otra vez todo está ocupando su lugar, ha vuelto el equilibrio y la tranquilidad. Ella me pregunta si me apetece tocar un poco, «no, cántame tú algo», «vale», y canta Creed.

When you were here before
couldn’t look you in the eye
you’re just like an angel
your skin makes me cry
you float like a feather
in a beautiful world
i wish i was special
you’re so fuckin’ special
but i’m a creep, i’m a weirdo.
what the hell am i doing here?
i don’t belong here.
I don’t care if it hurts
i want to have control
i want a perfect body
i want a perfect soul
i want you to notice
when i’m not around
you’re so fuckin’ special
i wish i was special
But i’m a creep, i’m a weirdo.
what the hell am i doing here?
i don’t belong here.
She’s running out again,
she’s running out
she’s run run run running out…
Whatever makes you happy
whatever you want
you’re so fuckin’ special
i wish i was special…
But i’m a creep, i’m a weirdo,
what the hell am i doing here?
i don’t belong here.
i don’t belong here.

Al terminar los camareros y algunos turistas le felicitan. Ha sido muy emocionante.

Zen

Le pregunto donde está la espiritualidad de este tipo de vida estresante que llevan los indios. Ella cree que el ZEN está en aprender a vivir con este caos que tienen. Dentro de este desorden han encontrado una manera de vivir, de ser felices, de sonreir. Eso es lo que supone buscan los occidentales que vienen a este país, la tranquilidad dentro del desorden. «Bueno», le digo, «necesitaré más tiempo para entenderlo».

Autorickshaw

Me cuenta una historia sobre un conductor de autorickshaw que conoce. Hace unos meses, al irse, tenía uno destartalado como los que hay en cada esquina. Al llegar ayer fue a recogerla a la estación con uno nuevo. Le preguntó que había pasado y él le contó lo siguiente: una turista le contrató como guía por unos días, y en algún momento la mujer le dijo que quería tener sexo con él. Como compensación le compró un traje caro. Él la llevó a una tienda en la que tenía comisión, así que se fue de allí con el traje y una comisión importante. Luego, cuando la chica se fue, vendió el traje y con todo el dinero se compró el rickshaw nuevo.

Bazares

Nos despedimos y decido tomarme el resto de día con calma, deambular por la ciudad vieja, que se llama Ciudad Rosa y tomar algunas fotos. De camino me encuentro con otra francesa, Sophie, que mira el mapa y anda perdida como yo, así que vamos juntos. La Ciudad Rosa es una ciudad amurallada, con muros de color rojo, y un gran bazar, en la que cada calle está especializada en un oficio. El clásico bazar donde además de sartenes oxidadas y telas de colores, hay zapatillas deportivas y sandalias, juguetes de plástico chino del que se procesa en el slum de Bombay, chiringuitos de fritanga y un dulce que se llama ghevar y que es especial para un festival que va a empezar mañana. Lo único que diferencia a este bazar de todos los que he visitado antes en otros países es que hay cerdos y vacas entre las tiendas. Las moscas en la comida son las mismas. ¿Son todas las moscas del mundo el mismo tipo de mosca o cambian de modelo según el país? Cosas a averiguar a mi regreso. Lo de porque se llama rosa a la ciudad cuando los muros son rojos y las casas tienen todos los colores, mate, pero ninguno rosa, me da mas igual.

The Best Exotic Marigold Hotel

Me dice Sophie que cerca de donde nos encontramos esta mañana hay un hotel en el que se ha rodado la segunda parte de The Best Exotic Marigold Hotel, y que si quiero ir a verlo. Me parece buena idea. Nos hacemos pasar por una pareja y nos enseñan la mejor habitación, que es mas grande que mi piso, y parece el salón de un palacio. El precio es de 2000 rupias, 24 €. Yo estoy pagando por mi cama 2,4 €. Si queremos la habitación estará libre dentro de un par de días. Decimos que lo pensaremos, hay que valorar el precio y si nos lo podemos permitir.

Cenamos en otra azotea. En mi cuarto para cuatro no hay nadie más. Duermo.



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