La toalla

Al llegar al primer hostel, la primera noche después del aeropuerto, estoy pegajoso, sudado y mojado por la lluvia y necesito usar el baño. Es un cuarto de un metro y medio de ancho por dos y medio de largo, en el que todo está ahí, sin separación: el lavamanos a la izquierda con un pequeño espejo, el grifo de la ducha en la pared porque todo el cuarto es la ducha en si mimo, y el váter a la derecha. Me lavo la cara y las manos, los dientes, y uso la toalla que veo a la derecha. Esa era mi urgencia.

Al día siguiente tengo que usar el váter, y descubro que no hay papel, sino una manguera. Perfecto, muy higiénico. Al terminar me doy cuenta de que la toalla de ayer está justo al alcance de la mano del que ha usado la manguera.



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