3 días. Día #2

Este texto es parte de un diario de 3 días.


Sábado 21 de marzo del 2015

9:00

Suena la alarma.

9:30

Me levanto. Me ha costado un poco. Fuera ha habido tormenta toda la noche, la lluvia ha golpeado los cristales y el viento ha movido todo el edificio. Como un barco amarrado en el puerto.

Dentro tengo desorden y resaca. Como en un camarote.

En los sueños los besos no saben a nada, ni hay olor, ni hay calor, ni hace frío. Podríamos estar desnudos en la nieve y no helarnos. Podríamos estar el camarote de un barco amarrado en el puerto y no sabríamos que fuera hay viento de tormenta.

9:44

Café y galletas. Lavo los platos que deben llevar una semana en el fregadero. No he comido mucho en casa, pero huele a restos podridos. Voy a tener que bajar la basura.

10:40

Llegan Juanan y Sabrina. Sigo en pijama y estoy ordenando. Esto sigue siendo un desastre.

10:47

Pues ya no hay tiempo de más orden. La casa se queda como está. A ensayar. En pijama.

11:35

Paramos. Cigarro de los chicos. Prueba de vestuario. Yo me visto mientras ellos tocan “Lágrimas”. Así vestidos parecemos un poco gitanos zíngaros. Algo ridículos.

Ensayo

12:27

Ya estamos metiéndonos en el concierto, el pre-bolo. Hemos preparado los cables y los instrumentos y nos preparamos para irnos. El día ha mejorado pero hace frío. No llueve. Me he tomado un ibuprofeno.

Me van a faltar páginas en esta libreta.

12:30

Tomamos un taxi en la Estació de França. “A lo LopezBorneo”: tocar gratis y que además nos cueste dinero.

Estilo Borneo

El taxista dice que se va a jubilar pronto y quiere dedicarse a la caza y a los pájaros.

Yo le he explico que nuestro padre era paleta, ahora jubilado, y que en el Prat, los sábados, los trabajadores traían pájaros en sus jaulas con funda para que cantaran a la salida del sol. En la obra, la última antes de los huertos y del Delta del Llobregat, veíamos amanecer cada sábado.

El taxista nos cuenta que su hermano participó en un concurso con uno de sus pájaros, uno que saca las plumas y que canta de maravilla. A él no le interesan las competiciones. No nos aclara si ganó o no ganó en la categoría de sacar plumas o de cantar.

-La plaza de los pajaritos en L’Hospitalet. Ese es el lugar -le digo antes de sacar la guitarra del maletero y despedirnos.

12:49

Llegamos a L’Ovella Negra.

El escenario está alto y el lugar es enorme. En 40 minutos empezamos a tocar. Vamos a sonorizarnos ahora mismo.

2 guitarras; el ukelele; 1 voz principal; 2 de coro. Yo escucho mientras ellos conectan. Luego yo recogeré y ellos no harán nada. Como siempre.

13:19

Pues ya está sonorizado. Suena bien. Faltan 10 minutos y hay poca gente (siempre son diez minutos, ni ocho ni doce, diez). Nuestros amigos, como siempre, llegarán tarde. Siempre.

Hace frío, o tengo frío. No pasa nada, tengo ganas de tocar, pero me duelen las yemas de los dedos después de tocar ayer durante todo el día.

Ahora a esperar a ver quien viene.

14:30

Ya hemos acabado. Lo hemos pasado bien. He dedicado “Pequeños Desastres” a todos los que beben trinaranjus, como mi madre, que ha venido a vernos, con mi padre. Han llegado -tarde- un montón de amigos, así que ahora a socializar con ellos. Pero antes tengo que recoger mientras Juanan y Sabrina no hacen nada. Va a haber conciertos todo el día y nos vamos a quedar un rato.

15:59

Seguimos en L’Ovella. Nos han invitado a comer. Han tocado varios cantantes solistas: blues y rock en inglés. Ahora alguien canta en castellano. Me gusta. Se llama Nano. Mezcla versiones y temas propios. Tiene buena voz y toca bien. Muy bien.

Juego con las niñas, Mirta y Cala. Nos dan bombones y bebo cerveza, les ofrezco pero no quieren. Les digo que no se olviden dentro de unos años del asco que les da el alcohol ahora.

Me siento cansado y algo mareado. Me gustaría dormir un rato.

Poble Nou, con su gris y con sus edificios de fábrica, me recuerda a Berlín. A ESE Berlín, al mío, al de Koen en bicicleta, Jessica, el Görlitzer y la Becks.

Vías en Poble Nou

Mirta ha cambiado su bolígrafo por el mío. Ella dibuja y yo escribo. Se ha acabado la libreta verde, pero tengo otra, quiero seguir con este diario y acabar el día.

16:40

Hemos jugado un rato al futbolín con los niños, caótico. Nuevas reglas: todas las bolas al mismo tiempo.

Me quiero ir ya. Ahora van a tocar bandas con baterías y guitarras eléctricas. Llevan un lío tremendo para sonorizar. Que fácil es el acústico.

Que sueño tengo.

Futbolín

17:28

Vuelvo a casa. Hay niebla en la ciudad y las torres Maphre son una mancha borrosa. Quiero quitarme el disfraz de artista y dormir un rato. Luego continuaré el día, que aún no ha acabado y empieza la segunda parte.

Que semana más intensa. De verdad.

19:05

Creo que la siesta ha sido un poco larga y ahora no sé si me ha sentado mal o me ha sentado bien. De momento efecto zombi. Voy a calentar el café que ha sobrado esta mañana y a ver si me despierto un poco. Voy a ventilar la casa y preparar la habitación para William y Pablo.

Dice Marga que 8 minutos es suficiente para ventilar. A ver si es verdad.

19:55

Habitación limpia. Lavado de gato al baño. Orden más o menos controlado. Ya está. Ahora solo queda esperar a que lleguen los chicos. Otro checkpoint y a seguir con el juego.

19:58

Me llegan fotos del concierto por Whatsapp y Facebook. Para esto sí que me gustan las redes sociales. Para todo lo demás me parecen una auténtica puta mierda. Las borraría todas y volvería a las cartas escritas a mano; a tocar a los timbres; a espiarla escondido en la esquina y esperar a que salga del portal, y seguirla para saber a donde va y con quién se junta. Como un psicópata enamorado sin medir los límites de su obsesión. Loco, sí, pero con estilo, mil veces más cuerdo que pasar las horas enfermo analizando el muro del Facebook y pendiente del doblecheck del Whatsapp. Verdadera «Basura 2.0«.

20:00

Me encanta oír las campanas de la hora en punto. No sé si son de Santa María del Mar o de la parroquia de la Ciutadella (¿las parroquias tienen campanas?). Da igual. Me gusta lo mismo.

20:15

¡¡Llegan los chicos!!

20:57

Llegamos al bar “Lupara”, al lado del mercat de Santa Catarina. El Born, con estos cerca, parece otro barrio, en otra ciudad de otro país.

21:07

Van llegando más amigos de Pablo. Somos un total de 9. Cenaremos en las “Cocinas del Mercat”, pero de momento tomamos cerveza y charlamos. Se habla de Erasmus en Holanda, de la lluvia de Londres, de las Fallas, de alquilar coches y estropearlos, de la fobia de Pablo a volar y el curso para superarlo, de Estambul, de Barcelona.

23:09

Salimos del bar. Nos habían dado una hora de espera y esa hora ya ha pasado.

23:26

Aunque estamos al lado, nos ha costado un rato llegar y entrar. Nueve personas en movimiento. Lentitud. Aún no hay sitio, hay que esperar un poco más.

El baño del restaurante es de esos en los que no queda muy claro donde hay que mear. Una de las puertas de los inodoros se abre y salen dos personas: hombre y mujer. Cocaína o polvo. O las dos cosas.

Baños raros
23:54

Ya tenemos donde sentarnos. Una mesa gigante compartida con otra gente. Somos 8, uno se ha tenido que ir. La carta es inmensa y a mi tantas opciones me ponen nervioso. Por suerte se ha decidido compartir, así que me olvido y dejo que elijan ellos.

Me gusta decidir cuando sé lo que es cada cosa, y de este menú no entiendo nada. Me siento cómodo cuando hay dos primeros (sopa/ensalada), dos segundos (carne/pescado) y dos postres (fruta/pastel). Hoy me apetece no pensar. No tomar decisiones es la única decisión que tomo.

Bebo otra cerveza y empiezo a verlo todo como en un sueño. Un ruido de agua que me recuerda al sonido del EO que se oía cada mañana al despertar en la casa de Galicia. La sirena de un barco que se oye a lo lejos algunas noches desde mi casa en el Born. Sumergirse en una piscina y que alguien te llame a gritos. Un murmullo. Así me siento.

1:19

Pagamos. Están recogiendo el restaurante. Quedamos nosotros y un par de grupos más. Buena comida. “Interesante”. Conversaciones sobre el colegio. Historias de falleras. El grupo está unido por la infancia, la universidad y Valencia. Y luego estamos William y yo. Satélites como esos de los que hablaba hace unos meses al estar en su casa en Londres en la fiesta del pavo.

Barcelona sigue siendo diferente con William cerca. «Principio de Incertidumbre«.

Estoy muy cansado. Quiero tumbarme y dormir. Todo el grupo se despide, ellos dos se quedan un rato más por las calles y yo decido volver a casa.

1:38

Llego a casa.

Otro día largo que termina. Quiero pasarme una semana entera tumbado en la cama haciendo NADA.

2:02

Sé que mañana tengo algo importante que hacer. Pero no quiero recordarlo ahora mismo. Lo que quiero realmente es DORMIR. Buenas noches.

CONTINÚA EN EL DÍA 3 »



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