India: Día #4

(sábado 19 de agosto – Delhi)

Súperpoder

Tengo un don, una especie de capacidad de superhéroe que no todos los seres humanos poseen: puedo envejecer cualquier cosa a la velocidad de la luz. No hay coche, moto, bici, piso, ordenador, cámara de fotos, sofá, sábana, toalla, mochila o ropa que se me resista. Toco algo y ese algo deja de ser nuevo para convertirse inmediatamente en un objeto viejo y que da la impresión de haber sido utilizado por años. Llevo cuatro días en este viaje y toda mi ropa, toda, se ha hecho grande, huele mal, está arrugada, tiene manchas, y se ha llenado de agujeros. Y lo más preocupante: las zapatillas que compré el día antes de salir, y de la que solo usé la derecha para probármela, ya huele mal. Y no las he estrenado.

Sin palabras

El mismo tren al que subí por los pelos en Bombay, me ha dejado esta mañana en Delhi. Durante 18 horas seguidas, 16, no hablé absolutamente con nadie. 18 horas seguidas. NADIE. Eso si, sonriendo como un anuncio de dentífrico. Qué blancos tienen los dientes los indios, por cierto.

Delhi

En el hostel conozco a Mano, un autóctono del sur que está en Delhi por unos días trabajando. Nos vamos juntos a la parte vieja en metro, abarrotado, y visitamos el Fuerte Rojo y la mezquita Jama Masjid. En las calles riskshaws a motor y a pedales; camiones; autobuses; bicicletas; peatones; una mujer con un cántaro de agua en la cabeza; un carro empujado por una bici con 150 bombonas de gas; coches normales; 4×4; rancheras; mercedes; 127 estilo indio; obras; polvo; vendedores de zumos; vendedores de pepino; vendedores de granadas; vendedores de toallas; una rueda pinchada; una vaya de la policía; un perro a contradirección; más peatones; más bicicletas; más riskshaws. Y todos, absolutamente todos, pitando y gritando.

Fast Trax

Comemos en una especie de McDonald´s local que se llama «Fast Trax». Tienen kebab burguer, vega burger hot spice, lamb burguer y alguna especialidad más. Cocacola sin hielo, por favor.

Sol

No ha llovido, y ha hecho sol. Lo del sol lo he sabido al regresar al hostel y mirarme en el espejo. Vuelvo a tener ese tono de piel tricolor que tanto me recuerda a cuando éramos niños y Juanan, al ser el más pequeño, tenía que ir corriendo a comprar el postre: una barra de helado de tres sabores: nata, chocolate y vainilla. Así es como va a ser el color de mi piel en los próximos día, solo que en lugar de nata-chocolate-vainilla va a ser de nata-chocolate-fresa.

SAC

Decido ir a SAMSUNG Service Center para que me miren el teléfono. Por alguna extraña razón me hace más ilusión esta aventura que irme a ver algún templo o alguna calle llena de bloques de oficinas entre restos de fuertes mogoles o bazares medievales. En cada viaje me pasa algo de este estilo, y siempre acaba siendo una experiencia diferente. Pregunto, me informan, anoto dirección, busco un auto riskshaw, negocio, se pierde, se encuentra, me deja, le pago el doble, y llego al subsuelo donde 150 personas esperan con sus teléfonos móviles. Aquí todo es masivo, viven 16 millones de personas. Me hacen rellenar un formulario con un montón de infomarmación sobre el IMEI, modelo, versión, teléfono, dirección, nombre completo, documento de identidad, ticket de compra, garantía, etc. Solo pongo mi nombre y en issue «new battery«. Noto que les sabe mal hacerme esperar, y a mi me molesta que intenten darme un trato especial, hay 145 hombres y 5 mujeres antes que yo, pues espero. Una hora y cuarto más tarde me atienden. No es la batería, idiota, es el cargador. Bravo por el ingeniero. No se puede negociar el precio, vaya. Sonrío como hacen ellos y salgo diciendo adiós a todo el mundo, con los dientes blancos y la cara roja.

Hauz Khas

En el hostel ya ha anochecido. Hay otro ritmo que en la ciudad, y el hostel es un mundo dentro del mundo. Se está organizando una salida a la zona «Hauz Khas». En Delhi hay tres zonas de ocio-fiesta-bares, y están aislados y controlados. Somos 12, cinco indios, un par de ingleses, tres americanos, un etíope, y un yo. Todo el mundo sabe lo de Cataluña vs España, y me ponen en el compromiso de decirles si son catalán o español. Con lo tranquilo que estaba yo diciendo que soy de un lugar indeterminado entre el Norte de África y el Sur de Europa. Billy es el jefe del grupo. Me encantan estos tipos, son un yo mejorado, organiza los riskshaws, por encima de los cinco indios, dos de los cuales trabajan en el hostel. Sabe el nombre de todos nosotros, y al llegar al local conoce a todo el mundo. «Llevo en Delhi 5 días», dice para justificar como es posible. Tiene un mamoneo con una chica de aquí, «vine el miércoles, la conocí, y perdí el tren del día siguiente», cuenta subiendo los hombros como un gesto de qué le voy a hacer.

Regreso con Mano, y la pareja de ingleses. Ha sido un día muy largo, pero por lo menos ahora ya puedo consultar la hora, saber donde estoy con el gps, escuchar música, sacar fotos urgentes y sobretodo, tener alarma. Putos móviles, qué necesidad.

 



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