India: Día #5

(domingo 20 de julio – Delhi)

Billy

Estoy en el salón. También andan el Etiope, los americanos y el raro de Hungría que ha dormido en el sofá porqué no había camas y con el que seguramente me voy a encontrar mañana a 500 km de aquí. Billy explica el final de la noche: iba en un coche con las dos chicas indias, y con tres locales más. Estaban en algún lugar a 30 millas de aquí. Les para la policía. Separan por un lado a las chicas, por otro a los chicos y por último a él. «Documentación», «No llevo», responde. «Vale». Se pasan una hora comprobando lo de los indios. Fin de la historia. No hay cárcel, no hay que pagar nada, no hay miedo. Glamour cero. Ya no quiero ser como tú, Billy.

La tumba

Mano y yo nos vamos en auto riskshaw hasta la Tumba de Humayun, un mogol al que le hizo la tumba su mujer Haji Begum, y que es inspiradora del Taj Majal y bla bla bla. Nos sentamos en la escalera justo enfrente, y antes de que nos diga el de seguridad «aquí no sentar, amigo», Mano intenta encontrar un error en la estructura, que se supone que es igual a cada lado, partiendo del eje central, como una cara equilibrada. Comentamos que hasta los reyes saben que se van a morir, y desean que su nombre se recuerde para siempre, por eso construyen este tipo de locuras. Yo digo que sí, que si escribes una canción o un libro te sobreviven apenas 50 años, y que es mejor esclavizar por esos 50 años al pueblo para que tu nombre no se olvide. «¿Y la Sagrada Familia?», me dice, «Eso es otra cosa, hombre». Le contesto. «Mira, esa ventana de la derecha es algo más grande de la equivalente de la izquierda», dice antes de irnos a la tumba de Isa Khan, al lado de esta.

Anotando

En la tumba de Isa Khan se me queda mirando un chico muy delgado con una camisa verde, con una barbita y gafas de pasta, que saca fotos. «Hola», me dice, «Hola», le respondo. «¿De donde eres?», pregunta, «De España», «¡Ah!», «¿Tú eres indio?», «Sí, de aquí, de Delhi. ¿Te gusta mi ciudad?», «Sí, es tranquila», miento. «¿Te quedas muchos días?», «No, me voy mañana», «¡Ah! Disfruta mi país.». «Sí, gracias». «Adiós», «Adiós». Anoto mi primera conquista de un nativo.

Un domingo en el parque

Otro auto riskshaw hasta la Puerta de la India. Es domingo por la tarde y la zona alrededor del monumento está llena de familias pasando el día. Hay vendedores de fruta, helados, guindilla, perros de plástico, lanzadores de esas cosas que lanzan los paquistanís al aire en el Born y que tienen una luz azul, niños que te hacen pulseras con tu nombre, pájaros de plástico enjaulado, sacadores de fotos con la Puerta de fondo, vendedores de unas bolas como de churro, nubes de azucar. No hay nadie tocando los timbales ni haciendo acrobacias sobre una cuerda atada entre dos árboles. Y eso que visten igual. Será que no llevan rastas.

Hinduismo

Regresamos a la zona del hostel, que está en Sur de Delhi, y me voy a deambular sin mucho orden por la zona. Llego a un parque y los niños me saludan, dicen algo, ríen y me señalan la la botella de agua abierta y sin tapón que está mojando la mochila. Bebo un mínimo de 3 litros de agua al día. 3. Meo una sola vez, 1. El resto son las gotas que caen por mi frente y el sudor que pudre mi ropa. Sigo deambulando, ya sin los niños. Llego a unas escaleras que llevan a un templo, subo, más escaleras, sigo subiendo, una mujer me dice algo, le saludo, me vuelve a decir algo. Me señala los zapatos. No puedo subir con zapatos. Me los quito. Hago el gesto namasté. El templo es hindú y he llegado a la hora de los rezos. Hay varias estancias con diferentes monjes y los fieles tocan una campana, rezan, se sientan y piensan. Hay una suave brisa y veo algunos tejados, algunos árboles, algunos parques y un parking de autobuses amarillos. Un monje me dice «Come», voy, con un palito me pinta un punto en la frente, primero naranja y luego rojo.Me da un puñado de cositas en forma de erizo de mar pero del tamaño de un garbanzo cocido, y una bolsita con cristales pequeños. «Eat», me dice. Como. Hago el gesto de sí con la cabeza, que significa «bien, ok, de acuerdo» y me voy haciendo el namasté con las manos. Huele a perfume de mujer, a incienso y flores frescas que están cortando justo cuando salgo del templo. Yo huelo a los 3 litros menos el equivalente de una meada que están saliendo por todos los poros de mi cuerpo.

Delhi

Delhi es una mezcla entre: lo que queda del mercado de Sant Adrià que se monta los martes debajo de la autopista; el estado de las obras en la calle Balmes y en las Glòries; la entrada por la Diagonal en una operación retorno; un semáforo en hora punta en Passeig de Gràcia; 150 turistas en bicicleta uno detrás de otro cruzando un paso de cebra o saltándose un semáforo; el olor a plástico fundido del Prat cuando todavía estaba La Seda abierta y que aún se puede oler si levantas cualquier adoquín del suelo, porque aún quedan adoquines en el Prat . Eso es Delhi para mi.

Picante

Voy a empezar a alimentarme de pizzas del Domino’s Pizza, hamburguesas del McDonalds, donuts del m.o.d (mad over donuts), bocadillos del Subway y café del Starbucks. Le ponen picante hasta al café con leche.

 



2 Comentarios

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  1. Al, me gustó la canción de Muskurane, gran descubrimiento.

    Increíble la imagen del agua junto a todos los residuos, imagino que el olor se te habrá quedado grabado para siempre.

    Conociéndote como te conozco, te recomiendo que sigas alternando la comida basura con la local, por eso del picante, 🙂

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