India: Día #9

(jueves 24 de julio – Tren a Varanasi)

Nada

Este viaje ya lo he hecho antes. He estado en todos estos lugares, he comido todos estos alimentos, he bebido todo este agua. He caminado las mismas calles, escribí los mismos textos, dormí en los mismos colchones.

Son las mismas ciudades con diferentes nombres, es el mismo idioma con otras palabras. Todos los lenguajes son el mismo vocabulario extraño. Esta piel ya la he visto antes, y este olor. Esta canción ya la he tarareado un millón de veces.

El mundo está ahí fuera y se desplaza a velocidad de tortuga. Para mi ellos son los que se mueven, para ellos soy yo el que se va. Para otros nunca he estado.

Cada segundo es una hora y no sé cuantas horas tiene un día. El tiempo detenido en el mismo instante en el que prometí no volver nunca jamás a los mismos lugares. Y cada segundo de este largo día saber que ese jamás no es para siempre y es una de tantas promesas que se borran de noche.

Litera

Tú bajabas los escalones, con un pañuelo cubriéndote el pelo y unas gafas de sol, con un vestido rojo y un gran escote, «como una estrella del Hollywood de los años treinta«, decías. Y yo, en blanco y negro, mirando las manillas de reloj, impaciente. «Me gusta que me esperes, que crezca el deseo de verme«. Y salías corriendo volviendo a desaparecer.

En todas la postales que escribo no está tu dirección. Las envío solo con tu nombre esperando lleguen al lugar donde te escondes. Esperando que el azar dibuje las líneas que yo no he sabido dibujar y atraviesen la frontera invisible de tus rodillas.

Como un piano tocado por accidente, una brújula atrapada en un imán, un norte equivocado, un ave migratoria con los polos torcidos. Y tú sonriendo, con tus gafas de sol de actriz de los treinta, sabiendo que mi jamás es tan breve como el tiempo que tardo en darme la vuelta y volver a decir adiós. Estás en cada una de las calles de cada una de las ciudades de cada uno los mundos.

Luego ya es de día y despierto con los sonidos del tren.

Tren

El tren entra en la estación de Varanasi, tras 18 horas de traqueteo, tumbado en una litera y viendo pasar las horas en un día que todo lo que pasa, pasa por dentro. Todos los trenes son el mismo tren y todos los aeropuertos la sala de espera de un hospital. El silencio es el mismo silencio en todos los puntos cardinales. Nada.

(esta es la canción que quedaría bien)



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