Londres

Este texto es el primer capítulo de este diario de viaje.


Martes 2

Aterrizo en Gatwick y un par de horas más tarde ya estoy sentado en un pub. A las 4:30pm ya es de noche. Me rodea una lluvia de gotas pequeñas y aleatorias. Hace frío, y me tapo las orejas con mi gorro blanco de alpaca. Llevo los guantes verdes de Perú. El resto de mi ropa es negra. Quiero pasar desapercibido.

La ciudad está oscura, con algunas farolas amarillentas. Exactamente igual que la imagen que guardo de Londres. Hay algunas luces de navidad en algunos árboles y algunos puentes que cruzan el Támesis están iluminados también. Es lo que andaba buscando: no tener ningún motivo para salir del bar, de la cafetería, del hostel, de casa del amigo que me acoja. Solo quiero mirar por la ventana, ver una ciudad nueva y escribir.

Guantes

-Mira mamá que guantes lleva el padrino- dijo Cala hace unos días. Le pido que le explique a Marga desde cuando los tengo, como le he contado yo antes. Lo intenta pero no sabe como decir “de antes de que yo naciera”. Una forma verbal compleja para una niña de 5 años.

En algún momento descubrirá que existió un mundo antes de nosotros. Para luego entender que también habrá uno después, cuando solo seamos unas fotos viejas y existamos mientras alguien nos recuerde. En algún momento entenderá que hay un pasado, y un futuro, no solo un presente.

Woody Allen. Domingo en Barcelona

Lianne La Havas suena en la cafetería de estilo sueco de Enrique Granados. Fuera la lluvia y sobre la mesa los puños rotos de mi sudadera gris, mojada por las gotas que cayeron del paraguas, cuando caminábamos siguiendo la iluminación de navidad. En el paso de peatones de Aragó, un poco más tarde, bailaremos bajo un falso techo de estrellas, y un poco antes el olor de “La Quesería” le habrá recordado a Simon-Dach-Straße. Pero ahora comemos una torrija hipster mientras vemos pasar pequeños riachuelos por la acera y en el hilo musical Lianne canta Age.

As long as he does whatever he is told
I’m glad that it’s just my heart that he stole

And left my dignity alone
So is it such a problem that he’s old?
As long as he does whatever he is told
I know I’m gonna survive the December cold

-¿Porque piensas en Suecia? – pregunta
-No sé, quizás sea la canela.
-A mi me recuerda mi ciudad- y muerde el trozo de dulce suspendido en el tenedor.
-Serán los Arándanos.

Sonríe.

Bailaremos bajo la lluvia, bajo el techo de luces. Por una vez no odiaré tanto la navidad. Solo un poco menos. Será por mis pies mojados.

-Creo que necesitábamos la lluvia. Nunca hubiéramos visto las luces, ni caminado por las calles. Siempre odié la Navidad, me pone triste, me cansa el tumulto de gente, los puestos callejeros con trocitos de corteza y musgo, las ramas secas, los belenes en los escaparates de las tiendas, los leds parpadeando, las figuritas con caras de famosos. Pero este año algo ha cambiado: hay otoño. Me gustan las hojas muertas en las aceras. Me gusta la lluvia.
-Creo que necesitábamos la lluvia, o nunca hubiéramos visto las luces.
-Nunca las hubiéramos visto. Necesitábamos la lluvia.
-En Inglaterra va a estar lloviendo todo el tiempo.
-Lo sé.

Woody Allen no eligió bien los escenarios de Barcelona.



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