Noticias de la Cuarentena #3

Los moais no tienen el virus

La Vanguardia, 23 de marzo

Actualización: ¡Sí que ha llegado!

El coronavirus no ha llegado a Rapa Nui. Al menos hasta ayer. Por si acaso, los habitantes de la remota isla de Pascua se adelantaron al Gobierno chileno, de quien depende administrativamente este territorio polinesio, y lograron que evacuaran al millar de turistas que hasta el viernes aún permanecían allí, incluidos una quincena de españoles. Ese día, el gobierno de Sebastián Piñera decretó la cuarentena obligatoria de catorce días y nadie podrá entrar en la isla, lo que por otra parte ya habían logrado los pascuenses, preocupados por que el Covid-19 no llegara a estos 163 kilómetros cuadrados de tierra en medio del océano Pacífico.

Así pues, los moais también están en cuarentena y libres de virus, por el momento. Las gigantescas y misteriosas figuras de piedra esperarán a que vuelvan los turistas, sin inmutarse, erguidos a unos 3.500 kilómetros de la costa chilena y a otros 4.200 kilómetros de Tahití hacia el oeste.

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Mientras tanto, los rapanui aspiran a seguir siendo eternamente uno de los pocos lugares del mundo libre del virus. A permanecer remotamente ajenos a la crisis sanitaria que golpea al mundo, con su particularidad idiosincrasia entre polinésica y latinoamericana. Edmunds asegura que en la isla apenas hubo algunos cacerolazos después de que en octubre del año pasado se iniciara en Chile la revuelta ciudadana en demanda de un estado del bienestar y una nueva Constitución. Unas protestas que han cesado apenas hace unos días, cuando el Covid-19 está empezando a golpear al país. De hecho, el referéndum para decidir si los chilenos quieren o no una nueva carta magna, previsto para el 26 de abril, fue aplazado la semana pasada al 25 de octubre, cuando la pandemia haya pasado.

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Sancionado un anciano que salió a la calle para “cazar pokemon” en Madrid

El Pais, 23 de marzo

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Entre los casos más llamativos, destaca un portavoz policial, está la multa interpuesta a un hombre de 77 años en una calle del distrito de Latina a la una y media de la tarde. Según el parte que el cuerpo ha publicado en redes sociales y que es completamente verídico, el hombre manifestó a los agentes que “estaba cazando pokemons».

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En Valdemoro, por ejemplo, han pillado a un hombre en la calle sin excusa tres veces en la misma tarde, el domingo. La primera vez, fue apercibido y luego denunciado por los agentes. Poco después la Policía de Valdemoro volvió a encontrarlo en la calle, por lo que le denunció una segunda vez, si bien en la tercera ocasión fue no solo denunciado sino también arrestado, ya que intentó agredir a los agentes. En total, en Valdemoro se produjeron dos detenciones y 13 denuncias.

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Cazan a una persona en el maletero de un coche para saltarse el confinamiento

El Pais, 23 de marzo

Agentes de los Mossos d’Esquadra denunciaron este domingo a tres personas por saltarse el confinamiento, una de ellas viajaba escondida en el maletero del coche. Al ser descubierto aseguró que iba a visitar a su abuela

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El decreto de estado de alarma estipula que únicamente puede viajar una persona por vehículo -salvo excepciones- y en el caso denunciado circulaban dos personas a la vista y una tercera escondida en el maletero.

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Nada detiene el metro de Moscú

La Vanguardia, 24 de marzo

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“No es posible parar el metro del todo”, aseguró el regidor. Y explicó que se trata de una cuestión técnica. “Tiene que estar en movimiento de forma permanente”.

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Según el director del metro de Moscú, Víktor Kozlovski, el sistema requiere un control constante. Incluso por la noche, quedan algo más de 340 trenes que se mueven constantemente. “Juegan un papel fundamental en el movimiento del aire por los túneles, manteniendo el microclima y la humedad”, ha explicado. Si se parara, se necesitarían seis meses para volver a la situación anterior, según Sobianin. Por eso el 70% de sus empleados tendría que seguir yendo al trabajo para controlar el corazón de Moscú.

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Esta crisis pasará y el monumental metro de Moscú seguirá estando aquí, siempre en marcha. Las estaciones más monumentales, como Komsomólskaya, Kíevskaya o Arbátskaya, recibirán de nuevo viajeros. Y la mascota más popular del metro, el perro pastor de la estación de Plóschad Revoliutsii, al que muchos llaman Mujtar, estará esperando que todo el que pase le acaricie su brillante hocico de bronce en busca de buena suerte.

La fauna recoloniza la ciudad ante el confinamiento por el coronavirus

La Vanguardia, 24 de marzo

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No hay delfines en las aguas más limpias de los canales de Venecia ni elefantes borrachos deambulando por la provincia china de Yunnan. Pero sí es cierto que la fauna salvaje de la periferia de ciudades y pueblos sale de sus refugios y se siente dueña de enclaves dominados hasta ahora por el hombre.

Los pavos salvajes se lucen en el centro de Oakland, en California; y hasta en Madrid. Los jabalíes, que viven refugiados en Collserola, bajan hasta el centro de la ciudad de Barcelona y se dejan ver más relajados que nunca hurgando en los parterres.

En Ventanueva (núcleo de Cangas de Narcea, Asturias), todos los comentarios son para las imágenes grabadas de un oso que aprovecha, de noche, la cuarentena para adentrarse en el pueblo.

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En Lopburi, Tailandia, la falta de comida con que los turistas suelen obsequiar a los monos locales hace que estos animales estén permanentemente en disputa para hacerse con las sobras que encuentran.

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En esta colonización llevan la delantera las especies- rendija , que aprovechan cualquier oportunidad para ganar espacios. Este es el comportamiento que muestran los arácnidos o los dípteros (los insectos voladores), que saben todos los esos resquicios.

Pero en ocasiones también los grandes carnívoros encuentran su oportunidad. De ahí que los leopardos empiezan a mostrare confortables en las ciudades indias y los zorros se adentran en Londres (hay más de 1.000), dice Araujo.

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Las personas que han visitado enclaves que han sido pasto de la destrucción (un bombardeo, un abandono repentino como el que se dio en Chernobil…) expresan la fascinación que produce la escenografía lúgubre y desolada que envuelve el lugar; pero aún les llama más la atención la mágica vitalidad con que se abre paso la naturaleza entre ruinas.

Por ejemplo, tras desaparecer los humanos de la ciudad balneario de Varosha, en Chipre (que huyeron despavoridos tras la guerra grecochipriota de 1974), lo que más extrañó a los visitantes que se adentraron en ella al cabo de unos años no fueron las llaves petrificadas en el mostrador del viejo hotel, las tazas de café turco lamidas por los ratones o la ropa deshilachada aún en los tendederos, sino la irrupción de árboles, plantas y animales, y sobre todo, la fuerza de las flores para hacer pedazos el asfalto.

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“Las casas desaparecen bajo montones de buganvillas de color magenta, mientras que los lagartos y las serpientes látigo se mueven entre chumberas y hierbas de dos metros”.



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