Rajnishpuram

Este texto es parte de un diario de viaje que empieza aquí.

Miércoles 20 de junio del 2018

Blanes es el primer pueblo de la Costa Brava y por eso también se le llama “Portal de la Costa Brava”. Ya había algún poblado en el siglo III aC, al lateral del río Larnum, entre Empúries y Barcelona. El poblado Íbero estuvo en la montaña de Sant Joan. En el 218 aC con la romanización de la zona se le comenzó a llamar Blanda o Blandae y que pudo hacer referencia a la estructura del pueblo formado por varios asentamientos, uno de ellos en la peña de los Padrets.


Me he levantado a las ocho y media de nuevo sin alarma. Anoche me costó muchísimo dormir. No tenía nada de sueño. Vi dos episodios de «Wild Wild Country». Acostumbrado a estar cansado y no parar ni un minuto durante el día, ahora estando tan quieto no quemo energía y no me canso. Tumbado es suficiente. No le doy vueltas a ningún problema, todo está en su lugar.

Estoy deseando que llegue esta noche para encontrarme de nuevo en Rajnishpuram con mis amigos Bhagwan y Sheela. Acompañar a toda esa tropa de burgueses aburridos que le dieron todo su dinero al colgado del gurú en busca de una conexión espiritual con la tierra y la naturaleza y la paz y la huida del capitalismo occidental y, ya de paso, conectar con la piel, los penes, las tetas, los culos, otros penes, otras tetas, un abrazo, un desmayo, estoy flotando, quizás sea la marihuana, no, que va, que es el alma que se eleva, espera que suelte este trasero, dime, inspira, expira, vamos a hacer un aeropuerto, relájate, otro pezón, ponte a cultivar para sentir tus manos en la madre tierra, fírmame este cheque, unos testículos al son de la música, toma un reloj de diamantes, la belleza de los objetos no puede ser mala, quién dijo que el capitalismo no podía ser espiritual, según con los ojos con los que se mire, son objetos inocentes, me emocionan los Rolls-Royces, ¿no son acaso un creación artística, un símbolo, como esos trajes de color tierra y sangre que hilamos en nuestras fábricas y que luego nos compra la comunidad a cambio de unos pocos billetes, no, no es dinero, no, no son las monedas de Judas, porque Judas y toda esa parafernalia son mitología y yo no soy un dios pero casi, un profeta tampoco, pero escucha lo que tengo que decirte cuando junto las manos y rezo o hablo o hablo y rezo que viene a ser lo mismo pero no lo es, yo soy el que suelta las palabras, escúchame, dame tu casa, trabaja para mi, soy yo, fuera ropa, libera tu cuerpo, libera tu alma, libera tus bolsillos, que tenemos que construir una ciudad para mi trono y para mi y Sheela se va a encargar de todo, de absolutamente todo. ¡Oh Sheela mi Sheela!, vete a los USA y búscanos un lugar.

Si Rajnishpuram aún existiera y estuviera aquí cerca, me iría sin dudarlo y les daría todo mi capital. No se me da nada bien estar tranquilo y tengo ganas de conectar con la tierra y la naturaleza, y si no hay más remedio, saltar de cabeza a esos cuartos llenos de piel, tetas y culos, y sumergirme en un mar de cuerpos como el que salta de un precipicio hacia el vacío y fumarme lo que sea que se fumaba esa gente tan feliz. Este puto sistema no tolera la felicidad.


Por Blanda, ahora Blanes, pasaron los Visigodos, en el siglo VIII los Árabes, los Francos y finalmente los señores feudales. En el año 1002 se cita por primera vez el castillo de Forcadell en un documento del vizconde Sunifred de Girona y en el 1050 los Cabrera se harán dueños de él en nombre de los Condes de Barcelona.


Hemos salido a correr. Esta vez no hemos andado deprisa: hemos corrido de verdad. Estoy contento porque he aguantado sin problemas. Con el subidón de energía y endorfinas hemos ido al mismo café de ayer a desayunar, con nuestro billete en la zapatilla. Luego nos hemos bañado exactamente en el mismo lugar de la playa. Mientras nos secábamos al sol hemos decido que hoy vamos a grabar los primeros vídeos. Yo quiero escribir algún relato. Echo de menos entrar en ese estado, en el de dar forma a una idea y que se convierta en un laberinto del que no acabo de ver la salida. Me gusta perderme entre los pasadizos y ver que encuentro en el camino. A veces los callejones sin salida son más interesantes que la resolución de la historia.


En el 1583 llegan los capuchinos a Blanes. Durante la guerra dels Segadors, en 1652, las tropas castellanas incendian la vila. En el 1694 vuelve a arder el pueblo y se destruye el palacio del Vizconde. A partir del 1714, después de la guerra de Sucesión, la economía crece gracias a la pesca, las tarazanas y la industria.


Lucas regresó a Barcelona con un utilitario (me encanta usar la palabra utilitario para referirme a un coche pequeño) con matrícula búlgara al que tiene que pasar la ITV española. Mientras tanto el coche no puede circular y está aparcado en la calle. Hay que cambiarlo cada pocos días para que no se declare en abandono y se lo lleve la grúa. Hoy toca moverlo a otro barrio.

Después de muchas vueltas hemos logrado encontrar un solar libre donde dejarlo hasta el próximo cambio. Regresamos a pie y en el camino encontramos un súper chino donde compramos un mantel rojo de topos blancos y un colador. En una verdulería nos hacemos con el material para la ensalada de esta noche. Seguimos cuidándonos y construyendo un hogar.


En el 1859 llega el ferrocarril a Blanes. En el 1881 el gas. En el 1889 la electricidad. El puerto se crea en el 1914. Durante la guerra civil la población fue bombardeada y la ciudad quedó dividida en los dos bandos: los nacionales y los republicanos.


Subimos a la terraza con la cámara y el equipo de grabación de audio. El escenario es una silla y un pareo verde con elefantes negros. Comenzamos a grabar. Se escuchan gaviotas y de alguna terraza de los edificios de detrás alguien aplaude. Se hace de noche. Bebemos cerveza, comemos olivas, banderillas y patatas chip. Luego, cuando solo queda oscuridad, bajamos al piso. Encendemos un par de lámparas con luz cálida, anaranjada. Cenamos la ensalada. Todas las ventanas y puertas están abiertas y entra una brisa suave. Los dos estamos en el comedor, pero cada uno hace sus cosas. Yo monto uno de los vídeos. Una canción nueva que se titula “Déjalo Ser”. Lucas se emociona cuando ve el resultado, lo que se puede hacer con solo una cámara y una guitarra. Yo le digo que si la canción es buena no se necesita nada más.

Algunas veces es tan sencillo como hacer las cosas con ganas y sin esperar nada a cambio. Pasarlo bien en el camino, sin querer Rolls-Royces ni relojes de diamantes.


A partir del la década del 1950 se produce una obertura política del estado que provocan la llegada a Blanes del turismo en masa y de las migraciones del resto de la península, doblándose la población. En la actualidad hay cerca de 39.000 habitantes (censo 2017).


Termina el día. El tiempo se detiene, como si las puertas de acceso al pueblo se hubieran cerrado con llave y solo quedaran papeles y bolsas de plástico flotando en el aire. Imagino que todas las luces se han apagado y los gatos han tomado las calles. Sheela me espera en la pantalla con alguna nueva idea genial ahora que tiene armas. Nadie va a poder con ella ni con Rajnishpuram. Ese lugar.


Tengo que preguntar a Lucas cómo ha terminado en Blanes.



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