Es mucho más que la simplicidad de lo estético. Es ajeno a los cánones de la belleza establecidos. Es algo primigenio, básico, una atracción de la que no puedes escapar. La gravedad del objeto que cae desde la altura. Un instinto que está arraigado dentro de ti, como la sabiduría del ave que extiende las alas por primera vez y comienza a volar.
Así que el final era solo eso: un final. Un silencio eléctrico en el otro extremo de la línea. Fragmentos de papel flotando en el viento. Deseos vencidos guardados en el congelador. Recuerdos pudriéndose en los cubos de la basura.
"Creo que estoy un poco enamorado de ti", dijo el idiota mirando hacia el vaso y moviendo el pie derecho en el aire, con las piernas cruzadas en esa posición en la que pronto hay un cosquilleo de extremidades dormidas.
Estaba comprando un par de pasajes de avión para mis padres cuando, en uno de los formularios para finalizar la reserva, había que elegir una de estas dos opciones:
"Sexo H[ ] M [ ]"
Puede parecer, a priori, una pregunta sencilla, pero no he sabido si "H" se refería a "Hombre" y "M" a "Mujer", o "H" equivalía a "Hembra" y "M" a "Macho".
Mi nombre es Chow Chen Gun-Fat y soy chino. Nací en Hong Kong cuando aún era una colonia inglesa. Con apenas 25 años tuve que emigrar para que no me partieran las piernas alguno de los casinos a los que debía dinero por culpa de los putos caballos y las putas ruletas.