Me quedo dormido. Me siento como se debe sentir un bebé en el vientre materno: calor, movimiento desordenado, cabezazos contra la ventanilla, y sonidos distorsionados que van y vienen como un zumbido.
Favignana es la más grande de las tres islas que forman Las Egades. Aquí se viene principalmente por que es de los pocos lugares que aún pescan el atún al estilo de la tonnara y, sobre todo, por las playas y las calas.
Es mucho más que la simplicidad de lo estético. Es ajeno a los cánones de la belleza establecidos. Es algo primigenio, básico, una atracción de la que no puedes escapar. La gravedad del objeto que cae desde la altura. Un instinto que está arraigado dentro de ti, como la sabiduría del ave que extiende las alas por primera vez y comienza a volar.
Así que el final era solo eso: un final. Un silencio eléctrico en el otro extremo de la línea. Fragmentos de papel flotando en el viento. Deseos vencidos guardados en el congelador. Recuerdos pudriéndose en los cubos de la basura.