-¿Sabes una cosa? -dijo Nahuel justo antes de dar la última calada-, te voy a decir la primera y última regla, lo único que debes aprender para entender al ser humano. La base de toda relación entre hombres y mujeres. La norma primigenia. El único instinto que la naturaleza dio al hombre y el único impulso que dio a la mujer. Dos objetivos distintos, una para cada uno. Complementarios: juntos, la base de todo.
Y, pasando el cigarrillo a Alex, añadió:
-La naturaleza creó al hombre con el único objetivo de permanecer y a la mujer con la tarea de mejorar. Por eso, y solo por eso, hay que perdonar a todo hombre que solo quiere coger, y a toda mujer que lo único que hace es romper las pelotas. No hay otro camino. Es la naturaleza. Así nos hicieron y no hay educación, garrote, pelea, cárcel, padre, madre, hermano, hermana o religión que lo cambie. Siempre ha sido así y siempre va a ser de esta manera. El hombre en constante celo, la mujer corrigiéndolo. Nadie está equivocado. Es puro equilibrio.
Y soltó el humo.
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