En su primera cita Massimiliano llevó a Sonia a casi tocar la lava del Etna, a la última casa donde llegó la última lengua de fuego de la última erupción del último milagro conocido. Le costó 3 semanas, 15 mensajes de texto, 5 emails y 2 llamadas de teléfono que ella accediera a salir por primera vez.
Al dejarla en casa, al regreso del volcán, ella le regaló dos besos, uno en cada mejilla, y sonrió al cerrar la puerta del coche.
En la segunda cita, en el puerto de Catania, 2 semanas, 10 mensajes de texto, 2 emails y una llamada de teléfono más tarde, Massimiliano le llevó los tres mares de Sicilia en tres botellas de cristal: una con el Mediterráneo; otra con el Iono; y la última con el Tirreno.
Al despedirse ella le dió un único beso en la mejilla, sonrió y ladeó la cabeza hacia la derecha antes de desaparecer por el portal.
En la tercera cita, 1 semana, 5 mensajes y 1 llamada más tarde de la segunda cita, Sonia y Massimiliano fueron a la Piazza Giarre donde, con un telescopio, Massimiliano le señaló a Sonia las estrellas de la constelación de su signo del zodiaco.
Al decirse adiós ella ladeó la cabeza hacia el lado izquierdo y se dejó besar en los labios, una vez, para luego marcharse sonriendo.
A la cuarta cita, 2 días y 1 llamada de teléfono más tarde, Sonia no se presentó
Cuando Sonia recibió el mensaje de texto de Luigi preguntando si se veían en un par de horas en la plaza, ella contestó “sí” en un 1 segundo y 27 décimas, y dedicó los siguienes 120 minutos a probarse toda la ropa del armario, frente al espejo de la habitación.
Esperó en la plaza, con una sonrisa nerviosa, los 3 cuartos de hora que Luigi se retrasó. 10 minutos más tarde se estaban besando en un banco del parque, y 50 minutos más tarde él la invitaba a subir a su habitación. 1 hora y 12 minutos después Luigi, recuperando sus pantalones, pidió a Sonia que le dejara solo que tenía algunos recados que hacer. Ella se marchó con la misma sonrisa del principio, pero sin los nervios.
Al regresar a casa Sonia revisó el teléfono y descubrió los mensajes de Massimiliano preguntando dónde estaba, y las 7 llamadas perdidas.
Dos meses más tarde Massimiliano se encontró a Sonia en uno de los bares habituales. Él preguntó:
- -¿Qué pasó?
Y ella respondió:
- -Cuando es sí, diez minutos son suficientes.
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