(domingo 27 de julio – Varanasi – Tren)
Pesadillas
Apenas he dormido por la noche. Me he despertado un millón de veces con un millón de sueños extraños. Me levanto más por aburrimiento que por ganas. Vuelvo a probar con el ordenador. Sigue sin funcionar. Me duele la barriga. Algo me dice que el día de hoy va a ser una mierda. Tengo que irme de aquí. Esta ciudad tiene una energía muy rara que me está matando.
Suecia 2
A las 9 aparecen Josi y Johanna. Parece que hace meses que nos separamos en Bombay, y cada uno cuenta mil historias diferentes. Me entra la alegría que se tiene al reencontrarte en verano con los amigos del verano pasado. Vamos a desayunar a mi bar de siempre y decidimos ir a la estación de trenes.
Los billetes
Se puede comprar el billete de bus o de tren de dos maneras diferentes: yendo a una agencia o desde el mismo hotel y que se encarguen de todo y tú simplemente dices destino y pagas; o puedes hacerlo tu mismo yendo a las estaciones, ya que por Internet es casi imposible. En este viaje la forma que estoy utilizando es la complicada: ir a la estación.
En las estaciones suele haber una oficina de reservas en las que los turistas hacemos cola para pedir nuestros billetes. Primero se puede preguntar por los trenes y horarios y una vez se tiene decidido el que se quiere tomar, se debe rellenar un formulario con los datos personales, el número de tren, la edad, el género, y una fotocopia del pasaporte. Luego el señor que está sentado en la pantalla CRT con MSDOS, mira si hay o no lugar. Si el viaje es largo lo mejor es pedirse una litera, aunque luego no se use. Las literas están en 3 clases diferentes, 1A, 2A y 3A. En estas tres categorías te dan sábanas, almohada, y hay aire acondicionado. Hay otra clase más con literas que es la Sleeping Class (SL) y es donde viajan la clase popular india, y no hay aire acondicionado ni sábanas, ni almohada. También están los asientos normales sin reserva, pero son esos en los que donde normalmente hay asientos para 6 y hay 20 o más personas. Con temperatura de 40 grados y humedad del 90%.
Tras un par de horas de colas, preguntas y gestiones conseguimos comprar nuestros billetes. Las chicas se irán a Haridwar en un par de días, y yo consigo un billete SL para Agra esta misma tarde a las 6:15pm. La idea de irme ahora me gusta, necesito irme de Varanasi, pero me da pena separarme de las chicas. Hemos pasado toda la mañana en la estación, y ahora hay que pasar el resto del dia regresando y cargando con la mochila hasta la hora de coger el tren. No hay tiempo para hacer nada más.
Mall
Descubro que hay varios centros comerciales en Varanasi. Me resulta increíble imaginar que por un lado existe un lugar en es que puedes ir al cine y comer palomitas, puedes comprar ropa de marca y comer pizza y fastfood, y a unos pocos kilómetros hay casas en ruinas en las que personas ancianas o enfermos sin familia han ido a morir para luego ser quemados y dejar sus ceniza en el río. Imagino a un par de adolescentes mirándose en los restaurantes y tras una primera cita en el cine, ir a pasear cogidos de la mano entre los restos de los troncos quemados de los ghats, esquivando las cagadas tamaño cubo de las vacas, o dando una vuelta en bote para ver desde la orilla como lavan la ropa o arden los cadáveres.
Vamos al más grande. Comemos en un McDonalds y soluciono el tema del ordenador. El tipo de la tienda me lleva en moto a sacar dinero de un cajero, tras ponerse, eso si, unas gafas de sol, y esquivar todos y cada uno de los coches, rickshaws y otras motos que nos rozan apenas a un centímetro de distancia.
Tren
Otra despedida. Me paso los días conociendo gente, riendo con ellos, comiendo, cenando, paseando, protegiéndonos, para luego, unas horas o unos días más tarde, despedirnos con el conocimiento que posiblemente nunca más volvamos a vernos. Son pequeños episodios de una larga serie con muchas temporadas.
Es mi primer viaje en una Sleeping Class, y me han contado muchas leyendas. El indio que viaja en mi vagón es de colores, del campo, de los que te conducen el riskshaw o trabajan en la calle. Hasta ahora no me había dado cuenta de que el indio de las otras clases viaja con smartphone, con camisa limpia, con ordenador, maletas y maletines. Los de SL llevan un saco con sus cosas. Sonríen, no saben ni una palabra de inglés. Sacan la comida de los sacos y tiran los restos por la ventana. Siguen sonriendo. Se estiran a dormir en las literas, sin más.
En mi compartimento hay un koreano. Se llama «un montón de sonidos que solo pueden entender los delfines», pero dice que le llame Joey. Congeniamos. Es imposible que un tío con esos ojos y una gorra, y hablando como habla, siempre sonriendo, no te caiga bien. Lleva 3 meses viajando por Asia, sin ningún tipo de plan, y aún le queda un mes más. Ahora quiere ir a Pakistán. Está cansado de India, demasiado complicado. Me explica un par de trucos sobre la clase SL: atar la mochila con una cadena o dormir con ella. Y limpiar con un papel y agua la litera que va a estar llena de mierda. No tengo cadena, así que pasaré la noche encajonado entre mis bolas. Son esos momentos en los que ser alto se complica. Agua y papel si tengo.
La policía pasa varias veces y nos pregunta si todo va bien, y nos dice que vigilemos la bolsa. Por alguna extraña razón, me siento seguro, y creo que por fin voy a dormir, alejado de Varanasi.
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