(miércoles 30 de julio – Jaipur)
Bud
Cuando éramos niños nos gustaba mucho ver las películas de Bud Spencer por dos motivos: nos hacía mucha gracia como daba las ostias y porque era igual que mi padre cuando llevaba barba. Bud tenía dos formas de dar los golpes. El primero era el del puño cerrado, que consistía en cerrar la mano y golpear desde arriba hacia abajo y darle a enano que solía atacarle en la coronilla. El segundo era el de la palma abierta, en el que Bud con la mano abierta le daba un tortazo al que se acercaba con un giro del brazo desde atrás hacia adelante.
Me he acordado de Bud al ver un par de peleas. En todas ellas había uno que daba y otro que recibía sin hacer nada, y el que golpeaba lo hacía con el movimiento de la mano abierta de Bud. Y los golpes sonaban como suena una chancla al correr.
Fuerte del Tigre
He subido hasta Naharagh, un fuerte del 1700 que está en una colina que controla la ciudad. Se sube por un camino empedrado y uno se puede hacer la idea de como mercaderes con camellos y elefantes debían hacer el mismo camino para ofrecer sus mercancías al maharajá. Ahora hay algunos cerdos revolcándose en estiércol y vendedoras de mazorcas.
Caminando por lo muros me he encontrado a una familia de monos, y antes de poder huir ya me estaba atacando uno de ellos. He tenido que irme corriendo gritando como una niña. Apunto otro animal que me da miedo. Vacas, caballos y monos.
El fuerte estaba vacío de visitantes y había cien vigilantes aburridos contándose chistes. Luego ha llegado un colegio de niñas vestidas de azul, con tablets y cámaras de foto. El contraste con las vendedoras de mazorcas es importante.
Festival
Hoy y mañana se celebra el festival Teej, que celebra la llegada del monzón, y está dedicado a la diosa Pavati, que no sé quién es. Es un desfile en la Ciudad Rosa de hombres y mujeres con ropas tradicionales y tocando instrumentos, con camellos y elefantes, que tienen pelos en las piernas, algo que tampoco sabía.
Demasiadas información
En todas las ciudades en la que he estado habré conocido un 1% de todo lo que se puede conocer. Sonidos, olores, imágenes. Es imposible no agobiarse por la cantidad de información que intenta procesar mi cabeza a cada paso que doy. En cada esquina hay un templo a algunos de los mil millones de dioses a los que adoran. Hasta las vacas son dioses. Música en altavoces, campanas, gente gritando, gente corriendo, gente durmiendo en las aceras, gente meando en cada esquina, gente sentada, gente de pie. Es como llegar a uno de esos wok que tienen un buffet libre de comida china, japonesa y barbacoa. Es demasiado. Prefiero los menús con dos primeros, dos segundos y dos postres.
Estoy saturado de tanta información.
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