Josi termina su café turco y coloca el plato sobre la taza. Le da la vuelta rápidamente, con ambas manos, y deja que los posos caigan sobre el plato. Lo apoya, sin destapar, sobre la mesa y espera un tiempo.
Levanta la taza y mira. Nur dice que cada línea que cae es un camino abierto, y que hay muchas líneas cayendo. Yo le digo que hay una gran mancha que corta todos los caminos a un lado, y dentro la figura de una lagartija. “Sí”, responde, “pero siguen habiendo muchos caminos más.”
Yo no puedo seguir el mismo ritual con mis posos, ha pasado demasiado tiempo desde que lo terminé y está frío. “No importa“, digo, “no quiero saber nada sobre mi futuro“.
Me gustan las hojas en blanco que aún están por escribir.
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