He estado varias veces en Santiago: en primavera, en verano, en otoño y en invierno. Con lluvia y con sol, con amigos posando y sin nadie conocido alrededor, y en todas las ocasiones, incluso en esta, he tomado unas fotos de mierda.

He comprado un billete de tren para mañana a Vigo y de ahí seguiré hacia Oporto. He dejado el coche aparcado en una calle tranquila en las afueras del centro y cargo con mi mochila. Tengo la misma sensación de libertad que siento cuando camino con mi mochila por cualquier ciudad del mundo. Me dirijo al hostel que está al lado de la Catedral, donde pasaré la noche.