Tú y yo no somos perfectos. Yo cargo con miles de errores. Tú con cientos de imperfecciones. Tú y yo somos
todo lo contrario de ser perfectos.
Al mirarnos el uno al otro buscamos como en un espejo nuestros propios defectos en el cuerpo del otro, y
encontramos nuevos errores que nunca antes habíamos conocido. Así que somos doblemente imperfectos.
Tenemos los defectos que hemos asumido y los que el otro encuentra en nosotros.
Y nos callamos. Y no decimos nada. Porque tú y yo no somos perfectos.
En nuestra cara no hay equilibrio. Si la cortamos por la mitad, copiamos cada parte, las invertimos y
ponemos cada trozo pegado a su contrario, entonces estaremos equilibrados, una oreja será exactamente
igual a la otra, exacta la forma del ojo, la sonrisa con el mismo ángulo a cada lado, y con idéntico perfil en las mejillas. La mueca será idéntica. Pero no seremos nostros.
Y estas dos nuevas caras, nos serán totalmente extrañas. No seremos nosotros, serán dos personas nuevas,
llenas de nuevas imperfecciones y nuevos errores. Y entonces seremos cuatro veces imperfectos.
Porqué tú y yo no somos perfectos. Yo cargo con miles de errores. Tú con cientos de imperfecciones. Tú y yo
somos todo lo contrario de ser perfectos. Somos cuatro veces imperfectos.
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