Ella siempre se veía triste en las fotos de Oporto. Ahora, algunos años más tarde, cuando piso los mismos lugares y recuerdo aquellas viejas imágenes, me doy cuenta de que en todas ellas siempre estaba la tristeza a su lado, cogida de la mano y asomando en sus ojos grises.

He estado varias veces en Santiago: en primavera, en verano, en otoño y en invierno. Con lluvia y con sol, con amigos posando y sin nadie conocido alrededor, y en todas las ocasiones, incluso en esta, he tomado unas fotos de mierda.

He comprado un billete de tren para mañana a Vigo y de ahí seguiré hacia Oporto. He dejado el coche aparcado en una calle tranquila en las afueras del centro y cargo con mi mochila. Tengo la misma sensación de libertad que siento cuando camino con mi mochila por cualquier ciudad del mundo. Me dirijo al hostel que está al lado de la Catedral, donde pasaré la noche.

He tenido un sueño muy raro. Estaba en Berlín, con Koen, y tenía la misma sensación que tengo ahora de no hacer nada y estar perdiendo el tiempo, como si cada vez que estoy en Berlín el tiempo tuviera que tener mucha calidad, y solo pudieran haber momentos intensos para recordar.

Enrico Fermi era un físico italiano que nació en 1901 y murió a los 53 años. Fue conocido por haber desarrollado el primer reactor nuclear y recibió el premio Nobel de Física en 1938. El elemento sintético Fermio recibe este nombre en su honor.

Todo está en silencio. Fuera solo se escucha el murmullo del Eo amortiguado por los eucaliptos y algún cencerro de las vacas. O las vacas ya no llevan cencerros y soy yo el que lo escucha al verlas moverse por el prado. Dentro de la casa el ronroneo de las manillas del reloj de la pared, que a pesar de ir a pilas, el girar de las manillas emite un sonido constante a baja frecuencia que una vez detectado se mete en la cabeza y ya no se puede dejar de escuchar.